Hará eso de dos meses me sucedió una cosa curiosa. Durante todo este trimestre, los estudiantes de quinto curso de Medicina han estado haciendo las prácticas en nuestro servicio y han asistido algunas mañanas al quirófano para ver los tratamientos de braquiterapia. Además entonces también estaba rotando conmigo nuestra residente. Como con la braquiterapia conviene “hacer mano”, la aplicación la estaba realizando la residente bajo mi supervisión y yo, mientras tanto, explicaba el procedimiento y sus fundamentos a los estudiantes.
Una de las estudiantes a mitad de explicación me preguntó: “Oye, ¿tú eres físico?”. Ahora que no nos oye nadie tengo que reconocer que me hizo gracia la pregunta… y también mucha ilusión ya que desde pequeño me han gustado mucho la física y las matemáticas y siempre he tenido mucha admiración y respeto por los que las practican regularmente.
Sin embargo, me di cuenta que la estima o imagen que yo pudiera tener de un físico es personal e intransferible y no precisamente la más común en la sociedad. De hecho, el estereotipo actual de un físico podría ser perfectamente el personaje de Sheldon Cooper interpretado por Jim Parsons en la serie “The Big Bang Theory”. Para los que no conozcan la serie, estamos hablando básicamente de un inadaptado extravagante con dificultad para relacionarse con personas fuera de su entorno, principalmente de sexo femenino. La emoción inicial por la pregunta os imagináis dónde terminó.
En contraste fijaos cúales son los estereotipos del colectivo médico en las películas o series de televisión: el Dr. Sheperd interpretado por Patrick Dempsey en la serie “Anatomía de Gray” o George Clooney haciendo de Dr. Ross en la serie “ER, Urgencias”, por poner dos ejemplos. Los dos personajes son distintos pero tienen en común un buen sueldo, así como una media de doce curaciones milagrosas y treinta y dos coitos por temporada. Con estos incentivos no es raro que la de Medicina sea una de las carreras más demandadas.
Según Sigmund Freud casi todas nuestras actitudes y decisiones están directa o indirectamente influidas por la búsqueda consciente o no de la gratificación sexual; no creo que estuviera en lo cierto, pero si hay una época en la que todo gira en torno a la aceptación social y la posibilidad de relacionarse con éxito, especialmente en el ámbito sexual , esa es la adolescencia, precisamente la edad con la que tomamos las decisiones que condicionarán nuestra vida laboral. Cuando echo la vista atrás y me replanteo decisiones que tomé entonces…
No puedo dejar de pensar en un mundo en el que alguien deje claro que los estereotipos de televisión no son ciertos, un mundo en el que alguien explique bien y con pasión lo estimulantes y variadas que son muchas de las vías profesionales de carreras como las ciencias físicas o ciencias exactas. Seguramente en ese mundo ahora no sería médico y me dedicaría a otras cosas. Me consuelo pensando que según la teoría cuántica, con infinidad de universos paralelos, existe ese mundo del que hablo. Mientras tanto, en este en el que vivimos de momento parece que algunos (como aquí, aquí o aquí) están empeñados en cambiar las cosas. Quiero creer que desde este blog también estamos aportando nuestro granito de arena.
PD: Como detalle de que quizás no todo esté perdido y de que hay esperanza en las nuevas generaciones, os contaré lo que me dijo la semana pasada mi hijo de seis años: “Aita, cuando sea mayor quiero ser doctor…, pero no doctor de los que curan, no…, ¡de los listos! de los que inventan cosas”. Cuando le pregunté qué quería inventar respondió muy serio que “una máquina que fabrique comidas de tres estrellas Michelín y otra para hacer videojuegos de la Wii”
Pero hombre, Víctor, ¡dudar de Freud a estas alturas!… Un post divertido, que se presta además a un jocoso intercambio de mensajes, ¡y hasta aquí puedo leer!
Y ese hijo tuyo sí que sabe, todo depende ahora de que su padre no machaque esas dosis de imaginación si no que las potencie. Lo de la comida 3 estrellas me parece genial, somos capaces de diseñar sistemas expertos virtuales capaces de diagnosticar enfermedades, ¿por qué no iba a ser posible uno que haga recetas geniales?
Mi hijo ha heredado de mi múltiples defectos, que obviamente no voy a confesar, pero tambien una gran afición a comer bien y a divertirse. Espero que de mayor eso no lo cambie
Jiji muy bueno el post! Tienes razón, llevo 14 años en protección radiológica y los físicos se han parecido mas a Cooper que a Clonney! Pero tampoco hay tantos Clooney médicos eh!!
Muy bueno el blog pero la imagen de un físico lo hace uno y no necesita imitar a otros o que se quiera imitar a otros. Acerca de como los médicos nos mira es relativo, hace años conoci un buen amigo fisico en Granada – España, y me dijo para que un medico confie en ti y tenga un minimo respeto profesional de tu persona debería demostrarle que también conoces tu profesión como físico, y como físico aplicado a la salud (físico medico), cuando logres ese paso, es cuando el medico va reconocer tu profesionalismo y el respeto lo habras logrado.
Esto mismo se aplica también al médico, no? O por el hecho de ser «doctor» se le presupone su valía profesional…?
Por supuesto, anónimo, y a cualquier otro profesional. Porque, Guillermo, me parece que no planteas la cuestión en los términos correctos. No está mal pretender el reconocimiento profesional, no solo de los colegas médicos y otros, sino, sobre todo, de los pacientes y la sociedad. Somos seres tribales y ese reconocimiento ejerce en casi todas las personas un importante efecto integrador y motivador. Pero hay que tenerlo claro, no hacemos bien nuestro trabajo por ese reconocimiento, al menos no en primer lugar, si no en beneficio del paciente que necesita que lo hagamos y nos paga por ello. El respeto, si viene, deberá venir por esa razón o será inmerecido y fraudulento. Creo que es una obviedad, pero no está de más recordarlo explícitamente.
Una cosa es la imagen que se tenga en la sociedad sobre los físicos en general (que creo era el tema del post) y otra cosa es la imagen que tengan de los radiofísicos los profesionales sanitarios que trabajen con ellos. Lo primero influye sobre lo segundo, no cabe duda, pero en lo segundo intervienen también muchos otros factores como la predisposición para trabajar en equipo, la profesionalidad y la idiosincrasia personal de ambas partes. Incluso creo ue la «escuela» donde se haya formado cada uno también influye sobre la visión que se tenga del otro y sobre las relaciones profesionales que se puedan establecer.
En efecto, todas esas cosas influyen y mucho, al menos esa es mi experiencia. Sobre todo el carácter de cada cual, sin duda.